Y el rey se conmovió mucho, y subió a la cámara sobre la puerta y lloró; y yendo, dijo así: ¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto por ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!

(l) Porque considera tanto el juicio de Dios contra su pecado, y de otra manera no podría ocultar su afecto paternal por su hijo.

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