Ninguna cosa que (c) muera por sí sola comeréis: la darás al forastero que está en tus puertas, para que la coma; o la venderás a un extranjero, porque eres un pueblo santo para el SEÑOR tu Dios. No hervirás a un cabrito en la leche de su madre.

(c) Porque su sangre no fue derramada, sino que permanece en ellos.

(d) Quien no es de su religión.

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