No sea que haya entre vosotros un hombre, una mujer, una familia o una tribu, cuyo corazón se aparte hoy del SEÑOR nuestro Dios para ir [y] servir a los dioses de estas naciones; para que no haya entre vosotros (i) una raíz que produzca hiel y ajenjo;

(i) Un pecado tal, como el fruto amargo que podría ahogarlo y destruirlo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad