Y el hombre malo se inclina, y el gran hombre (q) se humilla; por tanto, no los perdones.

(q) Señala la naturaleza de los idólatras que nunca están satisfechos con sus supersticiones.

(r) Así habló el profeta inflamado por el celo de la gloria de Dios, y para temerlos con el juicio de Dios.

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