Si esa nación, contra la cual me he pronunciado, se aparta de su maldad, yo (b) me arrepentiré del mal que pensé hacerles.

(b) Cuando la Escritura atribuye el arrepentimiento a Dios, no es que él haga algo contrario a lo que ha ordenado en su consejo secreto: pero cuando amenaza es un llamado al arrepentimiento, y cuando le da al hombre la gracia de arrepentirse, el la amenaza (que siempre contiene una condición) no tiene lugar: y esto la Escritura llama arrepentimiento en Dios, porque así lo parece al juicio del hombre.

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