No he escondido tu justicia en mi corazón; He declarado tu (i) fidelidad y tu salvación; no oculté tu misericordia y tu verdad a la gran congregación.

(i) David enumera aquí tres grados de nuestra salvación: la misericordia de Dios, por la que se compadece de nosotros, su justicia, que significa su protección continua, y su verdad, por la que aparece su favor constante, de modo que de ella procede nuestra salvación.

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