Esta epístola mantiene aún los principios del gobierno de Dios, aunque al ser una segunda epístola contempla condiciones de fracaso y ruptura por las cuales se necesita una gracia especial. La provisión del Capítulo 1 es de vital valor en vista de las presiones de corrupción y falsedad profetizadas en el Capítulo 2 (que prevalecen hoy), y del asombroso juicio de Dios y Su gran poder en Su creación de un nuevo cielo y tierra nueva, como se declara en el capítulo 3.

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