Deuteronomio 28:1-68

1 “Y sucederá que si escuchas diligentemente la voz del SEÑOR tu Dios, procurando poner por obra todos sus mandamientos que yo te mando hoy, también el SEÑOR tu Dios te enaltecerá sobre todas las naciones de la tierra.

2 Cuando obedezcas la voz del SEÑOR tu Dios, vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán:

3 “Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo.

4 “Benditos serán el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra y el fruto de tu ganado, la cría de tus vacas y el aumento de tus ovejas.

5 “Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.

6 “Bendito serás al entrar, y bendito al salir.

7 “El SEÑOR hará que tus enemigos que se levanten contra ti sean derrotados delante de ti. Por un camino saldrán hacia ti, y por siete caminos huirán de ti.

8 “El SEÑOR mandará bendición a tus graneros y a todo lo que emprenda tu mano. Él te bendecirá en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da.

9 Si guardas los mandamientos del SEÑOR tu Dios y andas en sus caminos, el SEÑOR te confirmará como pueblo santo suyo, como te ha jurado.

10 Todos los pueblos de la tierra verán que eres llamado por el nombre del SEÑOR, y te temerán.

11 “El SEÑOR hará que sobreabundes en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tus animales y en el fruto de tu campo, en la tierra que el SEÑOR juró a tus padres que te daría.

12 Él te abrirá su buen tesoro, los cielos, para dar lluvia a tu tierra en su tiempo y para bendecir toda la obra de tus manos. Tú darás prestado a muchas naciones, pero tú no pedirás prestado.

13 “Si obedeces los mandamientos del SEÑOR tu Dios que yo te mando hoy para que los guardes y cumplas, el SEÑOR te pondrá como cabeza y no como cola. Estarás encima, nunca debajo.

14 “No se aparten de todas las palabras que yo les mando hoy ni a la derecha ni a la izquierda, para ir tras otros dioses a fin de rendirles culto.

15 “Pero si no escuchas la voz del SEÑOR tu Dios a fin de procurar poner por obra todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te mando hoy, todas estas maldiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán:

16 “Maldito serás en la ciudad, y maldito en el campo.

17 “Malditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.

18 “Malditos serán el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas y el aumento de tus ovejas.

19 “Maldito serás al entrar, y maldito al salir.

20 “El SEÑOR enviará contra ti maldición, turbación y reprensión en todo lo que emprenda tu mano, hasta que seas destruido y perezcas rápidamente a causa de la maldad de tus hechos, por los cuales me habrás abandonado.

21 “El SEÑOR hará que se te pegue la peste hasta acabar contigo en la tierra a la cual entras para tomarla en posesión.

22 El SEÑOR te herirá con tisis, con fiebre, con inflamación, con calor sofocante, con sequía, con tizón y con hongos, los cuales te perseguirán hasta que perezcas.

23 Tus cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti será de hierro.

24 En lugar de lluvia el SEÑOR dará a tu tierra polvo y ceniza, los cuales descenderán del cielo sobre ti hasta que perezcas.

25 “El SEÑOR hará que seas derrotado delante de tus enemigos. Por un camino saldrás hacia ellos, y por siete caminos huirás de ellos. Así serás objeto de horror para todos los reinos de la tierra.

26 Tu cadáver servirá de comida a todas las aves del cielo y a los animales de la tierra, y no habrá quien los espante.

27 “El SEÑOR te afligirá con sarpullido de Egipto, con tumores, con sarna y con comezón, de los que no puedas ser sanado.

28 “El SEÑOR te afligirá con locura, con ceguera y con confusión de la mente.

29 Palparás al mediodía, como palpa el ciego en la oscuridad, y no tendrás éxito en tus caminos. Todos los días serás oprimido y robado, sin que haya quien te libre.

30 Te desposarás con una mujer, y otro hombre dormirá con ella. Edificarás una casa, y no la habitarás. Plantarás una viña, y no la vendimiarás.

31 Tu buey será matado ante tus ojos, pero no comerás de él. Tu asno será arrebatado delante de ti, y no te será devuelto. Tus ovejas serán dadas a tus enemigos, y no tendrás quien te las rescate.

32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo. Tus ojos lo verán y se desesperarán por ellos todo el día, pero tu mano no podrá hacer nada.

33 El fruto de tu tierra y de toda tu labor lo comerá un pueblo que no has conocido. Serás oprimido y quebrantado todos los días,

34 y enloquecerás a causa de lo que verán tus ojos.

35 “El SEÑOR te afligirá con úlcera maligna en las rodillas y en las piernas, y desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser sanado.

36 “El SEÑOR te llevará a ti, y a tu rey que hayas establecido sobre ti, a una nación que ni tú ni tus padres han conocido. Allá rendirás culto a otros dioses de madera y de piedra.

37 Serás objeto de horror y servirás de refrán y de hazmerreír a todos los pueblos a los cuales te lleve el SEÑOR.

38 “Llevarás mucha semilla al campo, pero cosecharás poco; porque la langosta la consumirá.

39 Plantarás viñas y las cuidarás, pero no recogerás uvas ni beberás vino; porque el gusano se las comerá.

40 Tendrás olivos por todo tu territorio, pero no te ungirás con aceite; porque tus olivas se caerán.

41 Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti; porque serán llevados cautivos.

42 La langosta tomará posesión de toda tu arboleda y del fruto de tu tierra.

43 El forastero que habite en medio de ti subirá cada vez más alto que tú, pero tú descenderás cada vez más bajo.

44 Él podrá prestarte a ti, pero tú no podrás prestarle a él. Él será la cabeza, y tú serás la cola.

45 Sobre ti vendrán todas estas maldiciones. Te perseguirán y te alcanzarán hasta que perezcas, porque no habrás escuchado la voz del SEÑOR tu Dios, a fin de guardar los mandamientos y los estatutos que él te ha mandado.

46 Y serán en ti señal y prodigio, y también en tu descendencia, para siempre.

47 “Por no haber servido al SEÑOR tu Dios con alegría y gozo de corazón por la abundancia de todo,

48 servirás a tus enemigos que el SEÑOR enviará contra ti, en medio del hambre, de la sed, de la desnudez y de la falta de todas las cosas. Él pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro, hasta destruirte.

49 El SEÑOR traerá, desde el extremo de la tierra, una nación lejana que se abalanzará sobre ti como el águila, una nación cuyo idioma no entiendas,

50 gente de aspecto fiero, que no respetará al anciano ni tendrá compasión del niño.

51 Comerá el fruto de tus animales y el fruto de tu tierra hasta que tú perezcas. No dejará para ti el grano ni el vino nuevo ni el aceite ni la cría de tus vacas ni el aumento de tus ovejas, hasta destruirte.

52 “Él te asediará en todas tus ciudades, hasta que en toda tu tierra caigan tus murallas altas y fortificadas en las cuales confías. Él te asediará en todas tus ciudades y en toda la tierra que el SEÑOR tu Dios te haya dado.

53 En el asedio y en la angustia con que te angustiará tu enemigo, comerás el fruto de tu vientre: la carne de tus hijos y de tus hijas que el SEÑOR tu Dios te haya dado.

54 Aun el hombre más tierno y acostumbrado a los deleites en medio de ti mirará malévolamente a su hermano, a su amada mujer y al resto de sus hijos que queden,

55 para no compartir con ninguno de ellos la carne de sus hijos que él se comerá. Porque nada le habrá quedado, debido al asedio y a la angustia con que te angustiará tu enemigo en todas tus ciudades.

56 También la mujer más tierna y acostumbrada a los deleites en medio de ti, que nunca probó asentar la planta de su pie sobre el suelo a causa de su delicadeza y de su ternura, mirará malévolamente a su amado marido, a su hijo y a su hija.

57 Hasta la placenta que sale de entre sus piernas, y los hijos que dé a luz, se los comerá a escondidas, debido a que faltará todo por causa del asedio y la angustia con que tu enemigo te oprimirá en tus ciudades.

58 “Si no cuidas de poner por obra todas las palabras de esta ley, escritas en este libro, temiendo este nombre grande y temible, el SEÑOR tu Dios,

59 entonces aumentará el SEÑOR asombrosamente tus plagas y las plagas de tus descendientes, plagas graves y crónicas, enfermedades malignas y crónicas.

60 Él traerá contra ti todas las enfermedades de Egipto, de las cuales tuviste miedo, y se te pegarán.

61 El SEÑOR también enviará sobre ti todas las enfermedades y todas las plagas que no están mencionadas en el libro de esta ley, hasta que seas destruido.

62 Y después de haber sido tan numerosos como las estrellas del cielo, quedarán pocos en número, porque no habrás obedecido la voz del SEÑOR tu Dios.

63 “Y sucederá que como el SEÑOR se gozó en ustedes para hacerles el bien y para multiplicarlos, así se gozará en ustedes para arruinarlos y destruirlos. Serán arrancados de la tierra en la cual entran para tomarla en posesión.

64 El SEÑOR te esparcirá entre todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de la tierra. Allí rendirán culto a otros dioses, de madera y de piedra, que ni tú ni tus padres han conocido.

65 Y entre aquellas naciones no tendrás tranquilidad ni habrá reposo para la planta de tu pie. Allí te dará el SEÑOR corazón tembloroso, decaimiento de ojos y desesperación del alma.

66 Vivirás en constante suspenso; estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida.

67 Debido a lo que temerá tu corazón y por lo que verán tus ojos, dirás por la mañana: ‘¡Oh, si fuera de noche!’. Y dirás por la noche: ‘¡Oh, si fuera de mañana!’.

68 Y el SEÑOR te hará volver a Egipto en navíos, por el camino del cual yo te había dicho: ‘¡Nunca más volverán a verlo!’. Allí ustedes se ofrecerán en venta como esclavos y esclavas a sus enemigos, y no habrá quien los compre”.

DESDE EL MONTE GERIZIM - BENDICIONES

(vs.1-14)

Aunque el capítulo 28 no dice que estas bendiciones fueron pronunciadas desde el monte Gerizim, el capítulo 27:12 lo indica. Pero las bendiciones fueron precedidas; según las condiciones del versículo 1. Serían eficaces sólo si Israel obedeciera diligentemente la voz del Señor, observando cuidadosamente todos sus mandamientos. Si es así, Dios los pondría muy por encima de todas las naciones, y todas las bendiciones que seguirían vendrían sobre ellos (v.2).

Serían bendecidos en la ciudad y en el campo (v.3). Si fueran obedientes, el lugar donde vivían no haría ninguna diferencia en su bendición.

También encontrarían bendición con respecto a sus hijos y el producto de sus cosechas, en el aumento de sus rebaños, de su ganado y de sus rebaños (v.4). Este aumento natural es típico del aumento espiritual que los creyentes reciben y luego practican un espíritu de devota obediencia al Señor. Habrá resultados duraderos de sus labores.

Estas bendiciones estarían en su canasta y en su tazón para amasar (v.5). Esto está más relacionado con el trabajo de las mujeres. No es que se les proporcione todo menos trabajar, sino que serán bendecidos. ¡Cuánto más feliz es trabajar y encontrar bendiciones en ello que recibir todo sin trabajar!

La bendición de Dios también sería constante, ya sea en su entrada o salida (v.6). Seguramente podemos aplicar esto a la bendición de la vida privada o de asamblea, es decir, entrar para disfrutar de los privilegios de la comunión con los santos de Dios, o salir con el evangelio de la gracia de Dios para evangelizar a los del mundo.

Con la bendición de Dios sobre ellos, no tendrían dificultad en derrotar a sus enemigos. Aunque los enemigos vendrían con un frente unido, pareciendo ser demasiado formidable para Israel, Dios los dispersaría para retirarse de siete maneras diferentes, en confusión (v.7). Aunque Satanás hace una demostración de unidad en su oposición a la verdad, el hecho de que él sea un maestro de las intrigas y las mentiras lo vuelve impotente para lograr la unidad real, porque la falsedad es confusión, y una simple defensa de la verdad arrojará estos malvados intentos. de vuelta a la confusión que los hombres creen que pueden superar.

En obediencia a Dios, Israel podía contar con Su bendición en sus almacenes, la acumulación de productos para uso futuro y en todo lo que pudiera ocupar su atención (v.8). De manera espiritual, esto también será cierto para los cristianos obedientes.

Si obedecían, el Señor, sobre la base de su obediencia, los establecería de manera práctica como un pueblo santo para Él mismo (v.9. La posición que les había dado era de santidad, y prometió que su carácter práctico sería lo mismo si fueran obedientes, lo cual tendría un efecto real en otras naciones al reconocer el interés de Dios en este pueblo especial, y estas naciones quedarían asombradas por Israel (v.10).

Serían bendecidos por el Señor con abundancia, ya sea en niños, en ganado y en cosechas (v.11). "El Señor te abrirá su buen tesoro, los cielos, para dar lluvia a tu tierra a su tiempo, y para bendecir toda la obra de tus manos" (v.12). Prestarían a muchas naciones, pero nunca necesitarían pedir prestado.

En tal caso, Israel sería la cabeza de las naciones, y no la cola (v.13). Lamentablemente, a través de la rebelión contra Dios, Israel se convirtió en la cola durante siglos, sin siquiera tener posesión de su tierra, y todavía están lejos del lugar de ser cabeza de las naciones. Pero cuando regresen para recibir al Señor Jesús, su verdadero Mesías, habrá tal cambio que volverán a ser la cabeza de todas las naciones durante los mil años de bendición milenaria.

Sin embargo, la caída de Israel no se debió a la falta de ánimo de Dios. Todo el libro de Deuteronomio está lleno de amonestaciones, advertencias y aliento, y el versículo 4 debería haberlos alentado a servir diligentemente al Señor y nunca volverse a los ídolos y la obstinación.

MALDICIONES POR LA DESOBEDIENCIA

(contra 15-68)

Esta sección que trata de las maldiciones ocupa un lugar mucho más amplio que la que habla de las bendiciones. Probablemente la razón es que Dios sabía perfectamente bien que Israel pronto se apartaría de Él en una desobediencia insensible, de modo que no tendrían la oportunidad de experimentar las bendiciones prometidas bajo condición de obediencia, sino cada oportunidad de experimentar las muchas maldiciones que realmente eran suyas. elección.

Si Israel no obedecía los mandamientos y estatutos de Dios, serían maldecidos dondequiera que fueran, en las ciudades, en el campo (v.16), en las provisiones de su casa (v.17), a través de sus hijos, el producto de su tierra. y en la prole de sus ganados (v.18). Ya sea que entre o salga (v.19), cambiar de uno a otro no aliviaría la miseria. El Señor enviaría sobre ellos maldiciones, confusión y reprensión en cualquier cosa en la que se ocuparan (v.20), sin aliviar esto antes de que murieran temprano. Las plagas los afligirían hasta que fueran consumidos, por la muerte o por esparcirlos de la tierra (v.20)

Debido a la desobediencia de Israel, sería el Señor mismo quien les infligiría tisis, fiebre, inflamación, fiebre ardiente severa, el azote de la espada del enemigo, quemadura y moho (v.22). Esto no era simplemente un castigo, sino la manera en que Dios buscaba conducirlos de regreso a Él. Sin embargo, continuaría hasta que perecieran, porque Dios conocía la terquedad de sus corazones. Si tan solo confesaran su culpa y se apartaran de ella, ciertamente Dios los perdonaría y los restauraría, pero la historia de Israel hasta ahora ha sido de rebelión.

Por eso los cielos serían de bronce y la tierra de hierro (v.23). Esto coincidiría con su actitud. No podían esperar una respuesta amorosa del cielo al orar por bendiciones materiales o alivio, porque los cielos serían tan impermeables como su propio corazón. La tierra sería como el hierro, no lo suficientemente suave para producir nada, porque sus corazones también eran duros.

Las lluvias de su tierra se cambiarían por pólvora y polvo (v.24). esto no solo es negativo (falta de lluvia), sino como una maldición positiva, para causar una gran angustia. El Señor también los entregaría a una derrota humillante ante sus enemigos (v.25). Ellos "saldrían por un camino", es decir, en aparente unidad, pero "huirían por siete caminos", en total derrota y desorden. Todas las naciones también considerarían a Israel como un pueblo problemático para toda la tierra.

La nación se vería aún más humillada por muchos muertos que quedarían sin entierro, pájaros y animales alimentándose de sus cadáveres sin nadie allí que los ahuyentara (v.26). También el Señor mismo les infligiría úlceras, tumores, costras y picazón que no encontrarían forma de aliviar (v.27), y agregaría a este trastorno mental, ceguera y confusión de corazón (v.28). Incluso a plena luz del día andarían a tientas, tratando de encontrar su camino: se aprovecharían de la opresión y el robo, sin que nadie intercediera por ellos (v.29).

Uno puede estar comprometido para casarse con una mujer y otro hombre comete fornicación con ella (v.30). Cosas como esta suceden hoy a nuestro alrededor. Pero si un hombre y una mujer comprometidos están caminando con el Señor, esto no sucedería. Cuán importante es poner al Señor en primer lugar en el matrimonio. Si tanto el esposo como la esposa hacen esto, el Señor los preservará. Pero cuando desobedece a Dios, un israelita puede construir una casa y nunca vivir en ella, o puede plantar una viña y nunca disfrutar de sus frutos. Su ganado podría ser sacrificado ante sus ojos, pero no para su beneficio, o el ganado podría ser robado violentamente y nunca restaurado (v.31).

Sus hijos e hijas serían llevados cautivos y entregados como esclavos a personas de otra nación, dejando a los padres deprimidos, ansiosos y desesperanzados por hacer algo al respecto (v.32). Por ejemplo, en cuanto a la niña que fue sacada de su casa como esclava por la esposa de Naamán el sirio ( 2 Reyes 5:2 ), ¿cómo se sentirían sus padres al respecto? En el corazón de la niña misma, sin embargo, la gracia de Dios triunfó maravillosamente para elevarla por encima del trauma de su separación de su país y sus parientes, de modo que estaba genuinamente preocupada por la salud del hombre que la había llevado cautiva.

(v.3). Esta es una hermosa ilustración del hecho de que no importa cuán devastadores puedan ser los resultados de la desobediencia a Dios, la gracia de Dios puede vencer esto cuando hay un honesto acercamiento a Él.

Una nación extranjera, antes desconocida para Israel, vendría desde lejos para invadir su tierra, oprimiendo y aplastando a la gente y comiendo lo que ellos mismos habían producido (v.33). Por lo tanto, Israel se volvería loco al presenciar cosas insoportables (v.34). No quedaría fuerza en sus rodillas o piernas debido a los furúnculos que resistían la curación, y todo el cuerpo se vería terriblemente afectado (v.35).

Pero no solo sufrirían en su tierra, porque el Señor se encargaría de que ellos y un rey que habían deseado fueran llevados cautivos al país de los extranjeros, donde la única adoración que conocerían sería idólatra (v. 36). En esas circunstancias, no encontrarían descanso, sino que más bien se convertirían en objeto del desprecio y el ridículo de todas las naciones (v. 37). Cuán tristemente cierto ha demostrado esto en toda la historia de Israel desde que el cautiverio de los asirios y los babilonios tuvo lugar hace siglos, y se ha repetido en la dispersión de Judá de su tierra después de la crucifixión de su Mesías. Muchas naciones todavía hoy se dedican al ridículo y la persecución de los judíos.

Israel plantaría mucha semilla y obtendría poca ganancia (v.38), porque las langostas consumirían sus cosechas. Los gusanos devorarían el fruto de sus viñedos (v.39). No tendrían retorno de sus olivos (v.40). Esto se puede aplicar espiritualmente a los creyentes de hoy. Cualquier plantación que hagamos, cualquier energía que tengamos para declarar la Palabra de Dios a otros, dará poco fruto si nosotros mismos somos culpables de desobedecer a Dios. ¡Cuán importante es que nuestro testimonio hablado vaya acompañado de un testimonio de fidelidad en nuestra vida práctica!

Debido a la desobediencia de Israel a Dios, sus hijos e hijas irían al cautiverio (v.41). Esto ha sido espiritualmente cierto en muchos hogares cristianos. Aunque los niños han escuchado el evangelio de la gracia de Dios, si los padres son desobedientes, es muy probable que los niños sean llevados cautivos por un tipo legal de cristianismo que los someta a la esclavitud de las leyes humanas.

Las langostas consumirían los árboles y todo el producto de la tierra (v.42). Israel ha sufrido a menudo este tipo de infestaciones. Esta es una imposición directa de Dios que debería haber hecho que Israel regresara a Él en arrepentimiento. Los extraterrestres obtendrían el dominio sobre Israel. Tendrían que pedir prestado a los extraterrestres en lugar de lo contrario (v. 44), por lo que el extranjero sería la cabeza e Israel la cola, una inversión de lo que sería cierto si Israel fuera obediente (v. 12-13).

Debido a la desobediencia, todas estas maldiciones vendrían sobre Israel hasta que fueran destruidas (v.45). ¿Israel ha sido destruido? ¡Sí! Dios dice en Oseas 13:9 , "Oh Israel, estás destruido, pero tu ayuda está en mí". La destrucción no significa la aniquilación. Más bien, destruir es volverse inadecuado para el propósito para el cual algo fue hecho primero, al igual que un plato, hecho añicos, se destruye pero no se aniquila.

De modo que la destrucción de Israel no es permanente, como Romanos 9:1 ; Romanos 10:1 ; Romanos 11:1 nos lo asegura, porque Dios sabe cómo restaurar en Su incomparable gracia.

Estas maldiciones serían una señal y una maravilla para Israel y sus descendientes (v.46). Esta señal es un testimonio de la fidelidad y la verdad de Dios al tratar con su propio pueblo que falla. Esto haría que los hombres se maravillaran de la gran soberanía y justicia de Dios, quien no perdonará el pecado en su propio pueblo elegido. Todo esto sería cierto debido a que no estaban sirviendo al Señor con gozo y alegría de corazón cuando tenían toda la razón para hacerlo (v.47).

Al negarse a servir a Dios, se convertirían en servidores de sus enemigos, y en esto sufrirían hambre, sed y desnudez. En lugar de que el yugo de la ley (que era lo suficientemente duro) se les pusiera en el cuello, tendrían un yugo de hierro, es decir, estarían esclavizados por enemigos crueles (v. 48).

El Señor enviaría una nación extranjera contra ellos que no mostraría respeto por la vejez ni compasión hacia los niños (vs.49-50). Esto probablemente se refiere al ataque de los asirios ( 2 Reyes 17:5 ), que devastó a las diez tribus, y más tarde al ataque de los babilonios, cuando Judá quedó bajo servidumbre ( 2 Reyes 24:1 ).

Estos enemigos devastarían la tierra de todos sus productos, sin dejar nada para Israel (v.52). Asediarían las ciudades, sin importar lo bien fortificadas que estuvieran, haciendo que los hambrientos ocupantes fueran tan lejos como para comerse a sus propios hijos (v.53). Ver 2 Reyes 6:28 y Jeremias 19:8 .

Es posible que nos preguntemos por qué tales cosas no hacen que los corazones de las personas vuelvan al Señor, pero en el versículo 54 leemos que incluso las personas más refinadas se volverían hostiles hacia sus esposas e hijos. Tal sería la desesperación ocasionada por el hambre que no quedaría ninguna consideración ni siquiera para los seres queridos más cercanos (v.55).

Los detalles gráficos de todo esto, y cómo se verían afectados tanto hombres como mujeres, son muy dolorosos de leer. Los versículos 56 y 57 hablan incluso de la mujer tierna y delicada, que se comía a su bebé recién nacido y su placenta, en secreto, ocultándolo a su esposo. La razón se presiona nuevamente en el versículo 58, "si no observas cuidadosamente todas las palabras de estas leyes que están escritas en este libro, para que temas este nombre glorioso y temible, EL SEÑOR TU DIOS".

Se les infligirían grandes y prolongadas plagas y enfermedades prolongadas, similares a las plagas y enfermedades que sufrió Egipto antes del Éxodo, causando muerte y destrucción de modo que quedarían pocos en número (v.62) en contraste con los millones multiplicados. que una vez disfrutaron.

Así como el Señor en un tiempo había bendecido y multiplicado a la nación, así los maldeciría y los disminuiría (v.63) y esparciría al pueblo entre todas las naciones, donde servirían a los ídolos (v.64). Sabemos que esto ha sucedido, porque los judíos se han esparcido por todo el mundo y el reconocimiento de su Dios se ha vuelto vago y en muchos casos se ha extinguido.

Sin embargo, entre estas naciones no encontrarían alivio, ni descanso, sino temor y temblor, ojos desfallecidos y angustia de alma (v.65), con temor día y noche de poder amar sus vidas (v.66). Por la mañana desearían que fuera la tarde y por la tarde desearían que fuera la mañana, debido a una existencia constantemente traumática (v.67).

El Señor los llevaría de regreso a Egipto en barcos (v.68). Esto puede no ser literal, sino simbólico, porque Egipto es un tipo del mundo. Una vez que Dios los había rescatado de esta dominación mundana, volverían a ella. Volviéndose esclavos nuevamente, serían puestos a la venta, pero quedarían reducidos a un estado tan insalubre que no valdría la pena comprarlos.

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