¡Qué casa tan feliz se hizo Obed-edom a causa del arca! Piensa, lector, qué felicidad y bienaventuranza hay en esa familia, esa casa, ese corazón, donde Jesús habita. ¡Oh! ¡Señor Jesus! ven y habita en mi corazón, mi casa, mi familia, y todos serán verdaderamente bendecidos.

REFLEXIONES

HE AQUÍ, alma mía, en la lectura de este Capítulo, cuán preciosa era el arca de Dios a los ojos de todo Israel, y aprende de ahí cuán infinitamente precioso debe ser para todo su pueblo aquel que representaba el arca.

Aprenda, además, cuán inmensamente interesante es que su presencia sea traída al alma, para que Jesús pueda ser formado en el alma la esperanza de gloria. Pero aprendan, además, con qué reverencia y temor piadoso se debe acercar al Señor en los tiempos santos de ordenanzas. En el caso de Uza, quisiera impresionar todo mi corazón con un sentimiento profundo de que un estado de ánimo insignificante, o una confianza de espíritu impropia, no es parte de la libertad que pertenece al evangelio de Jesús.

Nunca, alma mía, te lo exhorto, nunca te atrevas a ir a ninguna ordenanza sagrada, como el caballo irreflexivo se apresura a la batalla. Pero Señor, concédeme la preparación del corazón y la respuesta de la lengua, que son ambas de tu ofrenda.

Aprende, alma mía, de la conducta de David en esta ocasión, cómo ser humillado bajo su mano omnipotente, y nunca te atrevas a estar disgustado con Dios, cuando en algún momento sus providencias parecen insinuar su disgusto contigo. Pero déjame amar la mano que hiere, por la convicción de que es del amor sus castigos. Y principalmente, y sobre todo, permítanme tener la gracia de contemplar en la bendición de la casa de Obed-edom por el arca de Dios, cuán muy interesante debe ser traer a casa a Jesús de cada ordenanza, cada evento, cada Providencia, en su palabra, y por su gracia, a mi casa, mi familia, mi corazón.

Allí, bendito Jesús, toma la plenitud, toda la posesión. Echa fuera de tu templo a todos los demás, a todos los compradores y vendedores, y reina allí y domina allí, el señor y soberano de todos los afectos.

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