REFLEXIONES

¡LECTOR! observe cuán verdaderamente hermoso y gracioso aparece un corazón devoto en el carácter más elevado entre los hijos de los hombres. Cuánto más brilla David en este capítulo, cuando se presenta ante el Señor bajo tal auto-humillación de alma, que el más poderoso monarca terrenal ante su ejército. El camino a la verdadera grandeza está en el camino de la humildad.

Observe cuán condescendiente es el Señor, para el consuelo y aliento de su siervo. Y confíen en ello, tal es y tal será la misericordia del Señor para con todo su pueblo. Esa dulce promesa es un volumen de esta cantidad. Sucederá que antes de que llamen, responderé; y mientras ellos hablan, oiré.

Pero principalmente, y sobre todo, lector, no dejes de observar cuánto de Jesús y su salvación consumada hay en este pasaje. Entonces el Señor Jehová dijo al patriarca; Te digo que el Señor te edificará una casa. Levantaré tu descendencia, él me edificará una casa. Y estableceré su trono para siempre. Y que es ahora Bendito sea el SEÑOR; Padre, Hijo y Espíritu Santo, los gloriosos Pactantes, los Misericordiosos Cumplidores.

Ha venido el Hijo de Dios. Él ha entre nosotros su tabernáculo. Él ha construido su casa. Él ha labrado sus siete columnas. Él (como la Sabiduría, Imagen del Dios Invisible) mató a sus bestias, mezcló su vino y preparó su mesa. Y habiendo obtenido la redención eterna por su sangre y justicia, ahora ha entrado en el templo no hecho por manos, sino en el cielo mismo, para presentarse allí por nosotros ante la presencia de Dios.

¡Granizo! ¡Tú, Jehová Jesús, Señor de todo! Todo el poder es tuyo en el cielo y en la tierra. En ti se regocijan las almas de todos tus redimidos. Y el aumento de tu gobierno y paz no tendrá fin; sobre el trono de David, y sobre su reino, para ordenarlo y establecerlo con juicio y con justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los Ejércitos hará esto.

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