(2) Y Elías fue a mostrarse a Habacuc. Y hubo una gran hambruna en Samaria. (3) Y Acab llamó a Abdías, que era gobernador de su casa. (Y Abdías temía mucho al SEÑOR; (4) Porque sucedió que cuando Jezabel cortó a los profetas del SEÑOR, Abdías tomó cien profetas, los escondió por cincuenta en una cueva, y los alimentó con pan y agua. ) (5) Y Acab dijo a Abdías: Ve a la tierra, a todas las fuentes de agua y a todos los arroyos; quizá encontremos hierba para salvar la vida a los caballos y a los mulos, para que no perdamos todas las bestias.

(6) Entonces dividieron la tierra entre ellos para pasar por ella: Acab fue solo por un camino, y Abdías fue solo por otro camino. (7) Y estando Abdías en el camino, he aquí le salió al encuentro Elías; y él le reconoció, y postrándose sobre su rostro, dijo: ¿Eres tú el señor Elías? (8) Y él le respondió: Yo soy; ve, di a tu señor: He aquí, Elías está aquí. (9) Y él dijo: ¿En qué he pecado, para que entregues a tu siervo en mano de Acab para que me mate? (10) Vive Jehová tu Dios, que no hay nación ni reino a donde mi señor no haya enviado a buscarte; y cuando dijeron: No está allí; hizo juramento del reino y de la nación, que no te encontraron.

(11) Y ahora dices: Ve, di a tu señor: He aquí, Elías está aquí. (12) Y sucederá que tan pronto como yo me aparte de ti, el Espíritu del SEÑOR te llevará a donde yo no sepa; por eso, cuando yo llegue y se lo diga a Acab, y no pueda encontrarte, me matará; pero yo, tu siervo, temo al SEÑOR desde mi juventud. (13) ¿No le fue contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mató a los profetas del SEÑOR, cómo escondí a cien hombres de los profetas del SEÑOR por cincuenta en una cueva, y los alimenté con pan y agua? (14) Y ahora dices: Ve, di a tu señor: He aquí, Elías está aquí, y él me matará. (15) Y Elías dijo: Vive Jehová de los ejércitos, delante de quien estoy, que de cierto me mostraré a él hoy. (16) Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab y le dijo: y Acab fue a encontrarse con Elías.

¡Lector! Imagínense al profeta pobre, despreciado y solitario, ¡y así se mostrará a un príncipe como Acab, respaldado por una esposa de principios tan diabólicos como Jezabel! Recuerde lo que se dice aquí, que durante la larga hambruna Jezabel había estado destruyendo a todos los profetas del Señor; ¡los que escaparon se habían escondido en cuevas y no se atrevieron a aparecer! Considere además que la hambruna se extendió tan terriblemente, que el rey mismo fue en busca de cualquier arroyo o fuente que pudiera encontrar.

Y por último, para ver correctamente la intrepidez de Elías, que el lector recuerde lo que Abdías le dijo a Elías cuando lo conoció, que se había hecho una búsqueda diligente para él en cada nación o reino adonde él posiblemente pudiera enviar a preguntar; testificando así claramente lo que Acab le habría hecho a Elías si lo hubiera puesto en sus manos. Consideremos todas estas circunstancias; y luego que el Lector se detenga con pesar y admire la grandeza de ese bendito principio de fe con el que el Gran Autor dotó a su siervo.

Antes de proseguir con el capítulo, detendría al lector para que me comentara también la bondad de Dios al conservar para sí una semilla en la tierra en los peores tiempos: y además, cuando la iniquidad, como en este reinado de Acab, había madurado a tal grado, que su gracia todavía estaba reservada para que ellos volvieran los corazones de su pueblo de nuevo. - Quisiera rogarle al lector que también contemple en el carácter de Abdías, cuán evidentemente las promesas del pacto de Dios deben haber influido en su mente, quien en la misma corte de Acab, y mientras era gobernador de su casa, sin embargo siguió al Señor.

Vea la promesa, Jeremias 32:40 . Y por último, antes de pasar a la otra parte del capítulo, le pido al lector que considere cómo el corazón de Elías, en su celo por el honor del Señor y su amor por las almas del pueblo del Señor, debe haber estado ardiendo con impaciencia durante el largo período de tres años y medio, y orando secretamente para que el terrible juicio del hambre y las terribles consecuencias de ella pudieran evitarse antes.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad