(9) Entonces el rey de Israel llamó a un oficial y le dijo: Acércate a Micaías hijo de Imla. (10) Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados cada uno en su trono, vestidos con sus ropas, en un lugar vacío a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaron delante de ellos. (11) Y Sedequías hijo de Quenaana le hizo cuernos de hierro, y dijo: Jehová ha dicho así: Con éstos empujarás a los sirios hasta que los acabes.

(12) Y así profetizaron todos los profetas, diciendo: Sube a Ramot de Galaad, y serás prosperado, porque el SEÑOR la ​​entregará en mano del rey. (13) Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías le habló, diciendo: He aquí ahora, las palabras de los profetas declaran bien al rey con una sola boca; sea tu palabra, te ruego, como la palabra de uno de ellos, y habla lo que es bueno. (14) Y Micaías dijo: Vive el SEÑOR, lo que el SEÑOR me dice, eso hablaré.

(15) В¶ Vino, pues, al rey. Y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o nos abstendremos? Y él le respondió: Ve, y serás prosperado, porque el SEÑOR lo entregará en manos del rey. (16) Y el rey le dijo: ¿Cuántas veces te conjuro que no me digas nada más que lo que es verdadero en el nombre del SEÑOR?

Es probable que el pobre Micaías sea el mismo que le habló a Acab, como leemos en 1Re 20:35; 1Ki_20: 42. Al principio de su comisión, aunque en la primera lectura de lo que dijo, Ve y prospera, debería parecer que estaba de acuerdo con los otros profetas; sin embargo, por la respuesta del rey, está claro que el mismo Acab pensó que solo estaba repitiendo sus palabras con desprecio, y que pensaba lo contrario. De modo que Micaías solo por este medio estaba preparando tanto al rey como a las personas que lo rodeaban, para atender más particularmente a su profecía.

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