(3) Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca. (4) Y subieron el arca del SEÑOR, y el tabernáculo de reunión, y todos los utensilios sagrados que estaban en el tabernáculo, los que llevaban los sacerdotes y los levitas. (5) Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que se había reunido con él, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que no podían ser contados ni contados por la multitud.

(6) Y los sacerdotes llevaron el arca del pacto de Jehová a su lugar, al oráculo de la casa, al lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines. (7) Porque los querubines extendieron sus dos alas sobre el lugar del arca, y los querubines cubrieron el arca y sus varas arriba. (8) Y sacaron las varas, de modo que se veían los extremos de las varas en el lugar santo delante del oráculo, y no se veían por fuera; y allí están hasta el día de hoy.

La ceremonia de traer el arca, traerla y colocarla en el lugar santo designado para ella, no se hizo sin abundancia de sacrificios. Jesús, nuestra Arca, no entró en el lugar santo, hasta que por el sacrificio de sí mismo obtuvo la redención eterna para nosotros.

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