(4) Y cuando llegó el momento en que Elcana ofreció, dio a Penina su mujer, ya todos sus hijos e hijas, porciones. (5) Pero a Ana le dio una porción digna; porque amaba a Ana, pero el SEÑOR había cerrado su vientre.

No es muy fácil formarse una opinión clara de cuáles eran esas porciones que Elcana le dio a su familia en esas ocasiones. Probablemente era una costumbre en las familias de Israel, cuando en sus visitas anuales al tabernáculo, testificar su compañerismo y comunión unos con otros de esta manera por medio de regalos, cuando se reunían para disfrutar de la comunión con Dios.

Pero sean esas porciones las que sean, la de Hannah estaba peculiarmente marcada, como digna, más distinguida o mejor que el resto. Probablemente para testificar que, a pesar de su esterilidad, no era menos hermosa a los ojos de su marido. ¡Dulce pensamiento, sugerido al lector en esta escritura! Jesús ama a su iglesia bajo todas sus debilidades y esterilidad. Su amor es el resultado de su propia gracia, no el mérito de ella.

Y ¡oh! ¡Qué valiosa porción da a sus seguidores pobres, vacíos, inútiles y estériles! ¡Queridísimo Jesús! él tú mi porción, porque sólo tú eres digno. ¡En ti mi alma poseerá todas las cosas!

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