(22) Elí era muy viejo y oyó todo lo que sus hijos hacían con todo Israel; y cómo se acostaron con las mujeres que se habían reunido a la puerta del tabernáculo de reunión. (23) Y les dijo: ¿Por qué hacéis tales cosas? porque he oído de tus malas acciones por parte de todo este pueblo. (24) No, hijos míos; porque no es buen informe lo que oigo: hacéis transgredir al pueblo de Jehová.

No parece que Elí mismo estuviera preocupado por este mal de su casa. Sin duda, había educado a sus hijos en el conocimiento del Señor. Quizás estaba demasiado relajado en la disciplina de su familia; y sus reprensiones no fueron tan duras como deberían haber sido. ¡Pero lector! no dejéis de recordar que la gracia no es hereditaria. De lo que sigue en la última parte de este capítulo, parece que Elí no entró en la vista completa de la enormidad de la transgresión de sus hijos. No escuchamos de ninguna oración o clamor que envió a Dios para reclamarlos.

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