(4) Entonces David y la gente que estaba con él alzaron la voz y lloraron, hasta que no tuvieron más fuerzas para llorar. (5) Y fueron tomadas cautivas las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail mujer de Nabal el Carmelita.

Es más que probable que David regresara a casa con gran alegría para el disfrute de sí mismo y de su familia, ya que había sido liberado de la dolorosa situación en la que se encontraba con respecto a ir a la guerra con los filisteos: de modo que su problema debe haber sido el mayor. ¡Lector! Dejemos que esta decepción de David y su ejército nos enseñe a ti ya mí, la necesidad de estar siempre preparados para eventos de dolor repentinos e inesperados, en un mundo tan agonizante y doloroso como este por el que estamos atravesando.

Cuando dejamos a nuestra familia por la mañana, quién dirá en qué estado los podemos encontrar a nuestro regreso por la noche. Y si, por misericordia, a los que dejamos en salud y paz encontramos lo mismo, y así nos reciben, aprendan de este ejemplo, a quién se debe la gloria.

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