REFLEXIONES

Paso por alto varias reflexiones por lo demás interesantes a las que este capítulo ministra en el celo de Ezequías y el pueblo por eliminar la idolatría de la tierra, con el fin de atender a lo que el Espíritu Santo aquí se ha extendido tanto, la generosidad del pueblo proporcionando por su clero, y la fidelidad del clero en el uso moderado de las cosas buenas de la providencia de Dios, y su celo y servicios en la obra del Señor entre el pueblo.

Cualquiera que sea el carácter que se considere a los ministros de Jesús como siervos y obreros, como atalayas o mayordomos, se les presenta uniformemente como ejerciendo un oficio sumamente solemne y terrible, de cuya fiel cuenta son responsables ante el tribunal de Dios. Velamos (dice uno de ellos, bien enseñado en las cosas divinas) por vuestras almas, como los que deben dar cuenta, para que lo hagamos con gozo y no con dolor.

Llamados a la gran obra y labor del ministerio; solemnemente comprometido en ello; encomendado por el Señor con el encargo de su palabra, su pueblo, su casa, sus ordenanzas y su familia; el gran objetivo debería ser cómo promover su gloria en la salvación de los hombres; y por todos los medios a su alcance para ganar almas para Cristo. Todo siervo fiel está obligado a promover los intereses de su Señor. Cuanto más todo fiel servidor de Jesús, en cuanto a que la salvación de las almas de los pobres pecadores que perecen está tan íntimamente relacionada con la gloria de su amo.

¡Oh! ¡Señor Jesus! Ten compasión del estado perecedero de los pecadores a tu alrededor, llama a tu servicio a aquellos cuyos corazones, como el tuyo, puedan ser movidos con compasión en la contemplación de un mundo perdido. Y a aquellos a quienes has llamado o llamarás, gózate en dar las dulces comunicaciones de tu Santo Espíritu. Haz que estén más ansiosos por ganar almas para Jesús que por ganar reinos para ellos mismos.

Y que el mismo estado de ánimo bondadoso marque a todos tus siervos enviados, que el apóstol Pablo sintió cuando pudo e hizo un llamamiento a su pueblo, y dijo: No te seré gravoso, porque no busco a los tuyos, sino a ti. 2 Corintios 12:14 .

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