REFLEXIONES

Cuán dulces son las últimas palabras de los santos moribundos. Y cuán doblemente es así cuando son santificados para conducir a JESÚS. ¡Lector! en medio de todas las pruebas de dispensaciones en la vida del patriarca David; sin embargo, observen lo que puede hacer la confianza en los compromisos del pacto, para dar al alma consuelo y santo gozo. Los problemas de David fueron tantos, tan graves y tan complicados, que es muy proverbial cuando hablamos del hombre, hablar también de sus dolores; SEÑOR, acuérdate de David y de todas sus angustias.

Pero ¡oh! ¡Cuán envidiable es la angustia santificada! Cuán codiciada es la situación que JESÚS bendice. Vio el día de CRISTO, como otro Abraham, de lejos; como una mañana sin nubes. Se consoló a sí mismo en la seguridad del pacto, que estaba ordenado en todo y seguro. Y podía, y lo hizo, tomar todo el consuelo de ello como la totalidad de su salvación, y la totalidad de su deseo, independientemente de las circunstancias externas que surgieran en su vida para ejercitar su mente.

¡Bendito JESÚS! da mi alma, como David, para verte como la totalidad del pacto; y en ti, y en tu obra de redención consumada, fija todo mi deseo. Que un trono de gracia me dé testimonio de que buscaré la vida con todas sus dependencias; vida temporal y vida eterna; totalmente como lo hizo David sobre la base del Pacto, el Pacto eterno, a través de tu sangre y tu justicia. En todas las acciones de mi vida, y con mi último aliento, diría como David; Es toda mi Salvación y todo mi deseo.

Y ¡oh! ¡Tú, querido Redentor! Como todas mis esperanzas, mis expectativas, son de ti en tu pacto de justicia, sin un átomo de nada mío que agregarle; Señor, dame gracia para vivir como espero morir, haciendo de estos mi constante estudio y deleite, mis cánticos de regocijo en la casa de mi peregrinaje. A JESÚS vendría cada día, cada hora; en él se encuentra. A él me adheriría. Con él caminaría; aventurándose sobre CRISTO, descansando en él y colgándose de él.

Y como está dicho, de él colgarán toda la gloria de la casa de su Padre, así quiero yo toda mi salvación. Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas; a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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