REFLEXIONES

¡LECTOR! Ruego que no se apresure a dejar de leer este interesante Capítulo. ¡Ver! cómo el Señor se fija en su pueblo, incluso en esas épocas, cuando a causa de sus rebeliones, uno podría sentirse impulsado a temer que el Señor no tomó parte con ellos. Israel estaba en este tiempo bajo castigo, sí, una gran aflicción. ¿Pero sus enemigos los insultarán en su miseria? ¿Se alegrarán cuando Israel profana el santuario del Señor, o se alegrarán cuando la tierra de Israel quede desolada y la casa de Judá sea llevada cautiva? Ciertamente el Señor ve triunfar a los enemigos y escucha sus reproches.

Jesús toma la pelea como dirigida contra sí mismo, y ¡ay de todos los opresores cuando se levante! Escuche cómo el Señor, por medio de otro Profeta, se compromete por sus afligidos y reprende al enemigo por ellos. ¿No destruiré yo, dijo el Señor (por Abdías el profeta) en aquel día, a los sabios de Edom, y al entendimiento de la boca de Esaú? Por tu violencia contra tu hermano Jacob, te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre.

¡Lector! es muy bendecido y muy misericordioso encontrar al Señor participando con sus redimidos contra todos sus opresores; y aunque Él mismo los corrija, no serán corregidos por otros no comisionados por él. El que los toca, toca a la niña de sus ojos. ¡Precioso Señor Jesús! dale a tu pueblo gracia para ver y valorar correctamente su unión y unidad contigo; y que incluso en sus angustias por el pecado, y bajo tu disgusto, no permitirás que el enemigo triunfe; mas condenaré toda lengua que se levante contra ellos en juicio; porque esta es la heredad de los siervos del Señor, y su justicia viene de mí, dice el Señor. Amén.

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