La pregunta del Señor es muy sorprendente. El Señor pide, no su información, sino la nuestra. La respuesta del Profeta es verdaderamente modesta y acertada. Hablando humanamente, los huesos no podían vivir. Pero con Dios todo es posible. Si, como el Señor mismo explicó después la visión: el Profeta debía entender bien las circunstancias de su pueblo para la instrucción de la Iglesia; cuán misericordioso y condescendiente fue en el Señor, explicar así por cifras las principales verdades que el Señor pretendía enseñar.

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