¡Lector! detente en esta historia. ¿Quién se atreverá a decirle hasta qué punto este pecado antinatural ha prevalecido en todas las épocas? Aunque oculto a la observación humana, ¡con qué malignidad debe presentarse ante DIOS la vasta masa de tales obras de tinieblas! ¡Oh! cuán precioso, cada vez más precioso, es JESÚS, en cada consideración renovada a la mente consciente del pecado, cuya sangre es la única que limpia de todo pecado.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad