Hebreos 11:22

REFLEXIONES

¡Lector! Sería un error cerrar nuestro repaso de la vida del Patriarca José, sin volver a mirar a un personaje tan ilustre, como es en sí mismo, y como tipo del siempre bendito JESÚS. Tal como es en sí mismo, cuán verdaderamente encantador parece en cada relación y carácter de la vida. Como hijo, como hermano, como sabio gobernador en Egipto, levantado por el SEÑOR para la preservación de su propia casa y familia, y de todo el reino de Egipto.

¡Y como padre, como hombre, cuando sirviente y cuando sea Señor! Pero qué hermoso es ver al ESPÍRITU SANTO sombreando graciosamente los rasgos de JESÚS, en las partes prominentes de la vida de José. Desde la primera salida que hizo de la casa de su padre, a lo largo de toda su accidentada vida, desde la prisión hasta el trono, vemos esbozados los contornos de la historia del gran Redentor. Y de José nos dirigimos inmediatamente a JESÚS, y cuando nos arrodillamos ante él, no podemos evitar clamar; ¡Granizo! ¡Tú, glorioso Gobernador Todopoderoso de tu reino! Tú eres en verdad el verdadero Zapnath-paaneah. Tú eres aquel a quien tus hermanos alabarán, y toda tu iglesia adorará. Ante ti se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará que eres CRISTO, para gloria de DIOS PADRE.

Antes de cerrar este libro de Génesis, reflexionemos un poco más. El cierre puede llevar nuestras mentes a pensar mejor en el cierre del nuestro. Sirve para imponer en la mente esa solemne conclusión del escritor sagrado; enséñanos a contar nuestros días para que podamos aplicar nuestro corazón a la sabiduría. ¡Lector! qué vasto cambio se ha producido en las circunstancias de la humanidad, desde el comienzo de la historia de la creación a través de los varios períodos de la misma.

Allí comenzamos la maravillosa relación de la bondad de DIOS con nuestra raza, en la formación del hombre a su propia imagen. ¡Y aquí lo vemos convertido en presa y alimento de gusanos! Y de ahí todo esto, sino porque el pecado entró en el mundo, y por el pecado la muerte; así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Y lo que traerá alivio a la mente bajo esta perspectiva desalentadora, sino la contemplación de su amor y fidelidad, que es el DIOS del pacto inmutable, el mismo ayer y hoy y por los siglos.

¡Lector! que sea vuestra felicidad y la mía vivir de este gran e inmutable DIOS, tal como se revela a su pueblo en un triple carácter de personas. Y bajo esta certeza de que la bendición será nuestra porción: los hijos de tus siervos continuarán, y su descendencia será establecida delante de ti.

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