LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES

HECHOS

OBSERVACIONES GENERALES

En este libro de Dios, entramos en una parte muy interesante de los registros divinos, en lo que se relaciona con la Iglesia de Cristo, desde y después de la ascensión de nuestro Señor. La historia de la Iglesia de este período se vuelve muy importante, ya que nos presenta el relato de la primera manifestación abierta de Dios el Espíritu Santo, en su Ministerio Todopoderoso, de acuerdo con la promesa de Cristo, antes de su partida; y así se convierte en una confirmación del todo.

Aquí se prueba que Dios Espíritu Santo es el Fundador y Constructor de la Iglesia desde el principio. Había enmarcado y ordenado el conjunto en todos los departamentos de la misma. Pero ahora, terminada la obra de redención, por el Autor Todopoderoso de la salvación, el Señor el Espíritu se complace aquí misericordiosamente de revelarse a sí mismo más abiertamente, en el Ministerio Todopoderoso, que le pertenecía en su carácter de oficio del Pacto.

Los Hechos de los Apóstoles, así llamados, porque contienen los registros de aquellos santos siervos del Señor, retoman el tema de donde habían terminado los Evangelios, en la ascensión del Señor Jesús; y continúa la bendita historia de la Iglesia, por un período de unos treinta años, hasta el encarcelamiento del apóstol Pablo.

Con respecto al Escritor de la misma, no puede haber duda. Todo el mundo permite que Luke haya sido el escritor inspirado de ello. El prefacio con el que lo inicia, y el que lo dirige a la misma persona, a quien envió el Evangelio que lleva su nombre; son pruebas evidentes, y la Iglesia tiene sobradas razones para bendecir a Dios Espíritu Santo, autor y dador de toda la Escritura, para el ministerio de este hombre, en ambas ocasiones.

No creo que sea necesario añadir nada más a modo de prefacio. Sólo pido muy sinceramente al lector que entre en la lectura de este sagrado libro de Dios con oración; porque esto proporcionará una esperanza bien fundada, que el final será en alabanza. ¡Bendito autor de toda la Escritura de inspiración! (Yo diría tanto para mí como para el Lector), ¡garantice sus amables enseñanzas! Ábrenos a los dos, si es tu santa voluntad, las preciosas páginas aquí contenidas. ¡Y, Señor! abre nuestros corazones a la comprensión correcta de todas las grandes verdades de Dios contenidas en ellas. ¡Oh! para que el oído oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias! Amén.

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