Aquí, por visión, se le da al Profeta un bosquejo de ese memorable evento. Aunque a una distancia de tiempo y lugar tan remotos; sin embargo, se le da al Profeta el bosquejo de los horrores de Babilonia, para que los contemple en visión: Carros y jinetes; el grito de un león, y una voz que proclama: Ha caído, ha caído Babilonia, y todas las imágenes esculpidas de sus dioses se han derrumbado. Estos fueron fuertes indicios proféticos de la vasta ruina y el derrocamiento que debería tener lugar.

Y el sello del Profeta a la visión es sorprendente, ya que dice que lo que había entregado era del Señor de los ejércitos, Dios de Israel. ¡Lector! no pase por alto, que como este evento, aquí predicho, se cumplió exactamente; así que hay una bendición mucho mayor que ahora se le enseña a la iglesia a buscar en los tiempos del evangelio, y de las circunstancias existentes, esperamos que no sea muy remota, en la cual Babilonia, la madre de las rameras, ¡caerá para no levantarse más! Rev_17: 5; Rev_18: 1-2.

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