REFLEXIONES

¡LECTOR! dejemos que usted y yo aprendamos de la lectura de este Capítulo; cuán necesario debe ser en tiempos de angustia haber aprendido primero y haber conocido al Señor en tiempos de seguridad. Qué triste estado se encontraba Sedequías y su ejército cuando el ejército del rey de Babilonia hizo la guerra contra ellos. Pero, ¡en qué estado más terrible y tremendo está ese hombre, cuando la muerte se acerca y el Señor se ha apartado de él! ¡Oh! ¡Lector! ¡Piensa, y nunca abandones el pensamiento, hasta que la gracia lo haya seguido hasta los medios de seguridad en Cristo! ¿Cuán verdaderamente abrumado por el dolor debe estar todo hombre por naturaleza, cuya conciencia entonces condena, y no hay un susurro de Jesús para hablar de paz? ¡No hay descarga en esa guerra!

¡Cordero de Dios! ¡Oh, por cada nombre entrañable, permíteme conjurarte a ser tú mismo la seguridad de todos tus redimidos, en tu sangre y justicia! ¡Señor! cuando un enemigo más formidable, incluso el ejército caldeo, se acerca a este pueblo, y el hombre no tiene forma de escapar; Toma nuestra persona y nuestra causa, y libra por amor de tu nombre, conforme a la multitud de tus tiernas misericordias. Amén.

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