REFLEXIONES

¡LECTOR! El gran alivio para un Hijo de Dios, cuando pasa páginas continuas en la palabra de Dios al relatar la depravación del hombre, es la visión de Jesús, quien se manifestó, como dice un apóstol, para quitar nuestro pecado, y en él no hay pecado. ¡Precioso Señor Jesús! ¡Preguntaría, tanto para mí como para Reader! ¿Qué podría sostener el alma, bajo la conciencia de una naturaleza común del mal, sino también la conciencia de que tu pueblo tiene una naturaleza común de justicia en ti? Como por la desobediencia de un hombre, muchos fueron hechos pecadores; así que por la obediencia de uno, muchos fueron hechos justos.

En todos los sentidos y según todos los puntos de vista a los que la mente dirige su atención, en Sedequías, Ismael y todo el resto del pueblo, no vemos nada más que maldad; y en nosotros mismos sentimos la ruptura de lo mismo. Pero en ti, bendito Jesús, contemplamos la plenitud de la gracia y la verdad; y esas gracias abundantes para tu pueblo. ¡Oh! ¡Señor! dale tanto al que escribe como al que lee, si es tu bienaventurada voluntad, la gracia necesaria, según la medida del don de Cristo; que de tu plenitud todos podamos recibir y gracia por gracia. ¡Amén!

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