EL EVANGELIO SEGÚN ST. LUKE

OBSERVACIONES GENERALES

Al entrar en este bendito Libro de Dios, que lleva consigo, a través de cada capítulo y versículo, pruebas de la inspiración divina, le ruego al lector que mire conmigo al Señor Todopoderoso, que dirigió y guió la pluma de Lucas en busca de gracia. para atenderlo, con esa reverencia y temor piadoso, como conviene y conviene a tan preciosas Memorias de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Seguramente, lector, el Espíritu Santo no habría levantado a los varios evangelistas a este servicio sagrado, ni habría agregado el Evangelio de Lucas a los de Mateo y Marcos, sino con los propósitos más benditos. ¡Oh! para que todos juntos se conviertan en olor grato, para manifestar su conocimiento a su pueblo en todo lugar.

Algunos han pensado que Lucas fue uno de los setenta discípulos. Es posible que así fuera. Y otros han supuesto que es la misma persona a la que Pablo llama el Médico amado. Colosenses 4:10 . Pero no hay certeza de que ninguno de los dos tenga razón; el todo es una conjetura.

Tampoco es determinable, con mayor certeza, en qué momento Lucas escribió este Evangelio. Algunos lo hacen tan pronto como quince años después de la ascensión de nuestro Señor: así dice Beza en su Copia manuscrita: mientras que otros lo fechan tan tarde como veintisiete. Eusebio, en su Historia Eclesiástica, relata que el Apóstol Juan lo leyó cuando terminó y le dio su sanción. Pero el pueblo de Dios tiene una autoridad aún mayor de su verdad, cuando el Espíritu Santo, en su enseñanza divina, da a sus hijos regenerados el testimonio de sus santas doctrinas en sus propios corazones y conciencias.

En esta ocasión no puedo evitar hacer un pedido ferviente a mi Lector, que hará de esta la gran norma de decisión, concerniente a todas las Escrituras de Dios; a saber, que cuando el Espíritu Santo enseña en ellos, y por ellos, esto constituye en sí mismo la prueba más verdadera de su autoridad divina. Que el Señor el Espíritu haga esto, por esta preciosa porción de su santa palabra, a la que estamos entrando ahora, y la entregue en su mano omnipotente, el bendito instrumento de bien para su pueblo. Amén.

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