(6) В¶ Y me enojé mucho cuando escuché su grito y estas palabras. (7) Entonces consulté conmigo mismo, y reprendí a los nobles y a los gobernantes, y les dije: Ustedes exigen usura, cada uno de su hermano. Y puse una gran asamblea contra ellos. (8) Y les dije: Nosotros, según nuestra capacidad, hemos redimido a nuestros hermanos los judíos, que fueron vendidos a las naciones; ¿Y venderéis a vuestros hermanos? ¿O nos las venderán? Luego callaron y no encontraron nada que responder.

(9) También dije: No es bueno que hagáis; ¿no debéis andar en el temor de nuestro Dios a causa del oprobio de las gentes, nuestros enemigos? (10) Yo también, y mis hermanos y mis siervos, podríamos exigirles dinero y trigo; te ruego que dejemos de lado esta usura. (11) Les ruego que les devuelvan en este día sus tierras, sus viñedos, sus olivares y sus casas, también la centésima parte del dinero, y del trigo, el vino y el aceite, que ustedes exigen de ellos.

(12) Entonces dijeron: Los restauraremos y no les exigiremos nada; así haremos como tú dices. Entonces llamé a los sacerdotes y les hice juramento de que harían conforme a esta promesa. (13) También sacudí mi regazo y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su trabajo a todo hombre que no cumpla esta promesa, así sea sacudido y vaciado. Y dijo toda la congregación: Amén, y alabó al SEÑOR. Y la gente hizo según esta promesa.

¡Qué discurso magistral hace Nehemías aquí! ¡Cuán incontestables los argumentos que adoptó para inducir ternura en la mente de la gente! Y cuán exitoso fue su razonamiento. Pero cuán infinitamente superior es la lección que el Señor Jesús presentó, en los días de su carne, a la pregunta de su siervo el apóstol, sobre el tema de las ofensas. Jesús nos rescató cuando teníamos una deuda de diez mil talentos que ninguna habilidad humana podría pagar jamás.

Y, por lo tanto, ser duro con un hermano de circunstancias más pobres, con la miserable deuda de cien peniques, debe implicar una crueldad inadecuada para una mente regenerada. De acuerdo con la fuerte figura de Nehemías de sacudir el regazo, bien podemos concluir que Dios sacudirá y sacudirá a todos los personajes despiadados de esta descripción; o para usar las mejores y más elevadas palabras de nuestro Señor Jesucristo, todos esos desdichados serán entregados a los verdugos; y así nos hará Dios nuestro Padre celestial, si de corazón no perdonamos a cada uno a su hermano sus ofensas. Mateo 18:34 .

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