REFLEXIONES

¡PRECIOSO capítulo este, que a la vista de Esdras me recuerda a Jesús! ¿Cómo fue posible ver a Esdras tomando el libro y abriéndolo ante la gente, y no recordar lo que he leído de ti, Santo Salvador, cuando tú, como un Cordero, y solo tú, fuiste hallado digno de abrir? el libro de Dios, y desata sus sellos. ¿Y la gente del cautiverio estaba ansiosa por escuchar a Esdras, el escriba, leer del libro de la ley, y no estaré yo extremadamente solícito de que tú, bendito Jesús, me abrieras las preciosas palabras de salvación? ¿Lloraron con lágrimas santas por lo que oyeron?

¿Y permanecerá mi alma impasible ante las palabras llenas de gracia que salen de tu boca? ¿Era la ley de Moisés, que contenía el ministerio de la muerte, gloriosa a su vista? ¿Y no será más gloriosa la vida de entre los muertos en el evangelio de tu sangre y tu justicia? ¡Oh! precioso, precioso Cordero de Dios; permítanme unirme al cántico universal que llenó el cielo y la tierra, en el momento en que se dio a conocer la obra de redención, y clamar con ellos; Digno eres de tomar el libro y abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado y nos redimiste para Dios con tu sangre.

¡Sí! tú adorable Redentor; la iglesia te salve en los cielos; la iglesia te alabe en la tierra. ¡Oh! Que un pobre gusano envíe sus débiles alientos, pobres y débiles como son, y cante como ellos: Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir poder, riquezas, sabiduría, fortaleza, honra y gloria, y bendición. Sea toda la gloria al que está sentado en el trono, y al Cordero por los siglos de los siglos. Amén.

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