REFLEXIONES

AQUÍ de nuevo, ¡bendito JESÚS! mientras leo la separación de los levitas al servicio del santuario, aquí déjame contemplarte en tu inigualable oficio; consagrado y apartado al servicio de tu PADRE, en la salvación de las almas. Con qué empeño entraste en la obra; con qué diligencia y fidelidad la realicen; ¿Con cuánta ternura para con nosotros tomaste sobre ti la forma de un siervo, cuando eras SEÑOR de todo, y con quien no era robo ser igual a DIOS? Y con cuánta obediencia a tu PADRE magnificaste el toda la ley y engrandecerla; nunca desistas de tu labor de amor, hasta que pudieras decirle a DIOS el PADRE; Te he glorificado en la tierra, he terminado la obra que me diste que hiciera.

¡Salve una y otra vez, Redentor siempre adorado! SEÑOR, contadme entre los hijos de Leví, y purifica mi alma como oro y plata, y ofreceré al SEÑOR una ofrenda en justicia. Y mientras contemplo a mi DIOS y Salvador, aunque SEÑOR de todos, así apartado y haciéndose siervo de todos; que mi alma esté tan consagrada a tu servicio, que con alguien de la antigüedad pueda clamar como él: En verdad, soy tu siervo, soy tu siervo y el hijo de tu sierva; has desatado mis ataduras. Salmo 116:16 .

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