Es digno de nuestra más cercana observación, cuán frecuentemente en la sagrada palabra, se mencionan esos preceptos de destruir totalmente todo vestigio del enemigo. Y se nos dice la razón; DIOS está celoso de su honor, celoso del afecto de su pueblo. Y cuando recordamos que existe una oposición eterna e irreconciliable entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente, todo queda explicado. Deuteronomio 7:25 .

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