REFLEXIONES

¡AQUÍ, alma mía, pausa y medita en el amor de DIOS en CRISTO JESÚS! DIOS le había prometido a Abraham que su descendencia heredaría Canaán, y contemplaría la seguridad de las promesas de DIOS. ¡Oh! por la fe de Abraham, para confiar en DIOS en la certeza de una Canaán inmortal, y como él, para salir, si es necesario, por el desierto de este mundo, en la segura expectativa de él, sin saber adónde iba. ¡Bendito JESÚS! sé tú el Canaán de mi alma; ya través de cada viaje del estado de peregrinaje hacia él, fija los límites de mi habitación, para que en ti se centren todos mis deseos.

Tú eres el sacerdote, como Eleazar, y el Capitán de mi salvación, como Josué, para ir delante de mí a la tierra prometida. ¡SEÑOR! dame gracia para mirarte en cada paso; para vivir contigo en cada movimiento; y finalmente, morar contigo donde estés, para contemplar tu gloria.

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