Observe, cuán particularmente se insiste nuevamente en esa parte del servicio de la Pascua; nada del cordero pascual debe quedar, ni un hueso roto. ¡Queridísimo JESÚS! ¿Qué puede dejar de ti un pobre pecador que necesita en todo punto un Salvador completo? Y qué pensamiento tan grato es para tu pueblo, que, en medio de todas las magulladuras de tu cuerpo crucificado, ningún hueso se rompió, para que se cumpliera la Escritura. Exo_12: 10; Exo_12: 46, con Joh_19: 33; Joh_19: 36.

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