REFLEXIONES.

¡LECTOR! Aprovecho la vista de este capítulo, y su contenido, para recordarle a su corazón, y al mío, cuán verdaderamente bendecido debe ser encontrar a Cristo en su palabra oculta; y qué distintivos signos de favor trae consigo, cuando este es el caso. Y, de hecho, ¿no podemos suponer que si algunas porciones de las Escrituras se hacen más oscuras que otras, es con el propósito de llamar la atención más despierta del pueblo del Señor; para que cuando Cristo sea descubierto en ellos, el gozo de haberlo encontrado sea más bendito. ¿No es esto como el acertijo de Sansón: Del devorador sale carne? y del fuerte sale dulzura?

¡Precioso Jesús! que mi alma te conozca como el camino al Padre, la verdad y la vida eterna. Y que mi alma se encuentre siempre así, caminando en ella y disfrutando de todos los consuelos divinos en ella. ¡Sí, bendito Señor! esta es la calzada que se le ordenó al Profeta que dijera a la iglesia que se abriera de par en par, y que se debería llamar camino de santidad. Y mientras las insensatas no lo vean, y los soberbios lo desprecien, y el inmundo no pasará por él.

Los caminantes, aunque tontos, en las ciencias humanas y en el conocimiento humano, no se equivocarán en eso. ¡Bendito Dios! Tú me fortaleces más y más de esta manera, para que pueda caminar arriba y abajo en tu Nombre.

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