REFLEXIONES

¡Mi alma! contempla en este Salmo la seguridad del pueblo del Señor, y ruega a tu Dios bondadoso que te dé una fe eterna, firme e inquebrantable en él. Se te ha enseñado dulcemente que no hay nada de lo que se pueda depender sino de Jesús; y habiendo hecho, por gracia, un pacto con Dios en Cristo tu porción; asegúrate de que Él, la roca de los siglos, sea tu roca, tu confianza, tu fortaleza y tu morada para siempre.

De modo que fortalecido en su fuerza y ​​hecho poderoso en su poder, serás más que vencedor por medio de Aquel que te ama. Aprenda la máxima de Pablo, y bajo la dulce influencia del Espíritu Santo, desde el día de hoy pruébela en ejercicio continuo: No puedo hacer nada por mí mismo, pero todo lo puedo en Cristo, quien me fortalece. Regocíjense en el Señor y en el poder de su fuerza.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad