REFLEXIONES

S TAND todavía, alma mía, y haz una pausa solemne ante la lectura de este precioso Salmo. ¿David, en verdad, por el espíritu de profecía, describió aquí a Cristo? ¿Estuvo el Espíritu Santo tan bondadosamente atento a los intereses de la iglesia, como para hacer que se acumulara tal tesoro en relación con los ejercicios del Redentor, tantas edades antes de su encarnación? Bien, entonces puedes considerar cada porción de ella como bendita, y mientras escuchas a Jesús, en esos ejercicios, suplicando así al Padre, regocíjate al contemplar los frutos de la gracia de su intercesión.

Sí, alma mía, permite que tales puntos de vista de Cristo, como tu Fianza, te apoyen en todos los ejercicios menores de tu guerra, y te den consuelo en la seguridad de que, como Cristo fue escuchado en lo que temía, tus oraciones en él serán sube en todo momento con aceptación, sobre ese altar.

Y ¡oh! Bendito Señor, ¿de verdad lo hiciste en tus compromisos de fianza? ¿Y fuiste hecho oprobio y burla? ¿Se consumió tu vida de dolor y tus años de angustia? ¡Oh Cordero de Dios! Hazme contemplar con creciente sinceridad y creciente deleite, a cada vista renovada, tu maravilloso amor al exponerse así al mal para la felicidad eterna de tus redimidos.

Y tú, Espíritu bendito, imprime en mi mente un sentido tan profundo de la preciosidad infinita de Jesús y su salvación, que en él y en su justicia pueda salir de día en día, arrojándome humildemente sobre la fidelidad del pacto de Jehová. como mi roca fuerte y mi refugio contra todos mis enemigos. Que mi alma se regocije en el Señor y triunfe en el Dios de mi salvación. Y en todos los ejercicios y eventos de este breve estado de peregrinación, que sea mi gozo que mi tiempo esté en las manos del Señor; y cuando él señale el tiempo de mi partida, que yo sea capacitado por un largo conocimiento, probado y bien -Fundada confianza en los méritos y la justicia de Jesús para la salvación, para hacer una entrega completa y perfecta de alma, cuerpo y espíritu a él, adoptando humildemente las mismas benditas palabras: En tu mano encomiendo mi espíritu:

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