REFLEXIONES

¡LECTOR! cuán bienaventurado es contemplar la atención de Dios el Espíritu Santo sobre los intereses y la felicidad de la Iglesia en todas las épocas, manteniendo así vivos los grandes y principales puntos de redención del Señor Jesús en la mente de la gente. Bien podría llamarse este Salmo un Salmo de recuerdo, ya que atesora tantos detalles tiernos y afectuosos acerca del Señor Cristo. Diría por mí mismo al leerlo detenidamente, a Dios el Espíritu Santo: Bendito Señor, te agradezco por un registro tan precioso en las escrituras del Antiguo Testamento acerca de mi Señor. Y yo agregaría: ¿Tú, bendito Señor, recuerdas con frecuencia a mi pobre alma olvidadiza, todas las cosas preciosas que se relacionan con mi Dios y Salvador?

Lector, ¡es Jesús aquí presentado! ¿Es en verdad de Él de quien habla el profeta? ¡Oh! luego, por la fe en esta bendita garantía para encontrar la liberación de todos los pecados, dolores y castigos debidos, y justamente debidos, a la ley quebrantada de Dios. ¡Oh! por la gracia y la fe en un ejercicio vivo para creer el testimonio que Dios ha dado de su amado Hijo. ¡Oh! por fe para recibir la sangre y la justicia de Cristo, y defenderla en todo tiempo y en toda ocasión ante el trono, como la misma justicia en la que ahora vive mi alma, en la que mi cuerpo morirá, y en la que tanto el alma y el cuerpo aparecerá ante Dios, y será vestido por toda la eternidad.

¡Precioso y bendito Jesús! ahora veo cómo es, y por qué es, que tú eres, como el Cristo de Dios, tan adecuado y tan deseable para cada pecador pobre, despierto, convencido y con el corazón quebrantado. Tú has estado en nuestro lugar. Has llevado nuestros pecados en tu propio cuerpo sobre el madero. Tú has muerto, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. ¡Oh! las bellezas, las glorias, la hermosura de Jesús! Que otros se gloríen en lo que puedan; que otros se jacten de lo que quieran; Sé todo mi regocijo, toda mi confianza, toda mi esperanza, mi justicia, mi gozo. Esta es la suma y sustancia de toda mi felicidad aquí y para siempre. El Señor es mi fuerza y ​​mi cántico, y él también es mi salvación.

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