Salmo 67:1

REFLEXIONES

En la contemplación de las bendiciones contenidas en este devoto himno de la iglesia, pienso, lector, quiero que tu alma salga, mientras ruego al Señor guíe la mía, alabando y adorando al Dios de todas nuestras misericordias, por el dulce amor de Dios. Veamos aquí la armonía y el amor de la iglesia judía hacia la de los gentiles, al desear tan ardientemente el advenimiento de esas benditas consecuencias de su conversión al conocimiento y disfrute del Señor Jesús.

Seguramente será una iglesia gloriosa, una iglesia bendita, una iglesia armoniosa, cuando la plenitud de los gentiles se consuma, y ​​el Libertador se levantará de Sion para apartar la impiedad de Jacob. Señor, quisiera rogar, apresure la hora feliz: Dios, ten misericordia de nosotros, y nos bendiga; sea conocido en la tierra tu camino, tu salud salvadora en todas las naciones. Señor, reúne a tu iglesia, tanto judía como gentil, en un redil, bajo un solo Pastor, y que todos los redimidos sean reunidos en nuestro glorioso Silo, para que Dios en todas las cosas sea glorificado en Jesucristo.

Y, hasta que llegue esta era bendita, y venga el reino de Cristo, miremos hacia arriba y oremos diariamente por estas vastas bendiciones. Dios ha dicho: Por estas cosas seré consultado por la casa de Israel, para que lo haga por ellos. Ten piedad, Señor, diría yo, de dar a conocer tu camino en la tierra, y tu salud salvadora en bendiciones de salvación entre todas las naciones. Y ¡oh! ¡Tú todopoderoso Aarón! ¡Tú gran Sumo Sacerdote y Melquisedec de tu iglesia y pueblo! ¡Bendícenos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu! ¡Que Dios Padre nos bendiga y nos guarde! ¡Que Dios Hijo haga resplandecer su rostro sobre nosotros y tenga piedad de nosotros! ¡Que Dios el Espíritu Santo alce su rostro sobre nosotros y nos dé paz! Amén.

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