REFLEXIONES

¡LECTOR! Espero que el Señor el Espíritu les haya dado a ver que Jesús es esta escritura bendita; y que al leer la palabra, su corazón se ha calentado con las manifestaciones del Espíritu de Jesús. ¡Oh! es dulce, es bendito, de hecho es muy bendito, ver a Jesús, el gran Restaurador de lo que no quitó. Nunca, querido Señor, nunca permitas que te pierda de vista como mi Fianza, sobre quien el Señor Jehová cargó con todas mis iniquidades, y de quien ha exigido y recibido el equivalente completo por todas mis transgresiones.

Porque sólo en virtud de esto puedo buscar ahora la aceptación, o en el más allá, la vida eterna. Y concédeme, ¡oh! Tú, Restaurador de todo lo que hemos perdido, concédeme ver que el favor de Dios, la imagen de Dios, el amor de Dios y la comunión con Dios, has procurado para todo tu pueblo con tu sangre y tu justicia. Y ¡oh! que el gran disgusto de mi Dios contra los que rechazaron al Señor de la vida y la gloria me haga contemplar la severidad de Dios, mientras contemplo su bondad.

Apresúrate, Señor, en tu propio tiempo, liberación a Jacob. Levántate, gran Restaurador de las sendas antiguas para habitar, y aparta de tu pueblo la impiedad. Traiga tanto a judíos como a gentiles en un solo redil, una iglesia, una salvación; y reina tú, y reina tú, el Único y glorioso Señor, en tu reino de Sion para siempre. Amén.

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