Es una emoción que lleva a la persona que la siente a una fuerte oposición contra su objeto de esta intensa aversión. La Biblia marca el aborrecimiento como móvil del homicidio punible con la muerte, en lugar de lo que hacen muchas legislaciones modernas, que dan como causa atenuante un sentimiento exaltado de odio (Números 35:9-28). El homicida accidental era protegido, en tanto que el que mataba por enemistad no podía ser exculpado por causa alguna (Números 35:19-21).

No se podía repudiar a la mujer propia por simple aborrecimiento (Deuteronomio 22:13-19). Debía darse una causa justa. Si ésta no existía, y el marido había acusado falsamente a su esposa, debía ser castigado, multado y no podía jamás abandonar a su mujer (Deuteronomio 22:19). Si la acusación de falta de castidad prematrimonial era cierta, la mujer era castigada duramente (Deuteronomio 22:21).

El aborrecimiento es una consecuencia del pecado, el cual siempre provoca división, desconfianza, celos y aborrecimiento. Una de las consecuencias del pecado en relación con Dios es el aborrecimiento que siente Dios por el pecado, y contra el carácter del hombre pecador, desde Su santidad (Salmo 11:5; Malaquías 1:3), aunque deseando la salvación del pecador (Ezequiel 18:32). El hijo de Dios debe en ello imitar a su Señor (Hebreos 1:9; Romanos 5:8; cp. 2 Corintios 5:19-21).

La exhortación a aborrecer a padre, madre y esposa (Lucas 14:26), dada por el Señor a Sus seguidores, se ha de entender en sentido relativo. El amor al Señor es tan delicado que, en comparación, los otros amores son aborrecimiento. Ver, a este respecto, el caso de Lea (Génesis 29:30, Génesis 29:31, donde «menospreciada» es traducción del verbo hebreo «aborrecer»); y también el del padre que consintiendo a su hijo, actúa en realidad como aborreciéndole, al privarle del bien de la disciplina (Proverbios 13:24).


Elija otra letra: