El tiempo es un tesoro por muchas razones: que se lo digan los aburridos, los enfermos terminales o los condenados a muerte. Si se pierde el tiempo, es imposible recuperarlo.

Ayuda a comprender el valor del tiempo si lo vemos de la siguiente manera: desde que nacemos, recibimos una enorme cantidad de este tesoro de Dios. Pero cada día que pasa, nos volvemos más pobres. Es el precio de estar vivo: cuanto más se enriquece uno en la vida, más se empobrece en el tiempo.

A diferencia del dinero depositado en una cuenta de inversión, que genera intereses cada mes, el tiempo sólo se gasta. Un día mal aprovechado es parte de un tesoro desperdiciado. Esta observación nos lleva a muchas reflexiones, pero me gustaría centrarme en una de ellas.

El tiempo nos ayuda a identificar a las personas que nos quieren de verdad. Al fin y al cabo, todos tendemos a invertir el limitado tiempo de nuestra bóveda en lo que es más preciado para nosotros. Hacemos un intercambio benigno: la gente nos regala su presencia y nosotros nuestro tiempo.

La presencia de Cristo entre nosotros durante 33 años fue una prueba de ello. Dedicó ese tiempo a la humanidad porque el Dios que habita fuera del tiempo amó tanto al mundo que se insertó en el tiempo y nos dio ese mismo tiempo para que tuviéramos vida durante el tiempo que no termina.

Asimismo, quienes te valoran te dedicarán tiempo. Al fin y al cabo, todo en la vida es una cuestión de prioridades e instintivamente invertimos nuestro precioso tiempo en aquellos que más nos importan. Así, es natural que pasemos poco tiempo con los que tienen menos importancia para nosotros y mucho tiempo con los que nos valoran más.

Recuerda una cosa: nadie está obligado a querernos ni a tenernos cerca. No critiques a los que no lo hacen, porque esta selectividad del tiempo forma parte de la vida. La cuestión que debemos considerar no es, de hecho, quién nos dedica más tiempo, sino a quién le dedicamos nosotros.

Si dices que quieres o te preocupas por alguien, no creas que podrás demostrarlo en la práctica sin dedicarle tiempo. Hablar es fácil, pero si no demuestras dando tiempo... tus palabras no serán percibidas como realidad. ¿Los likes, los emoticonos y lo demás? Eso no  requieren nada importante de tu tiempo.

¿Dices que te importa alguien? Pues demuéstralo. Invertir tiempo, para ganar en amor.

Paz a todos los que están en Cristo,
Maurício Zágari