Dícele la mujer: Señor, dame de esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacar.

El Señor había logrado Su primer objetivo; Había despertado la curiosidad de la mujer; Ahora podía esperar sacarla. La dignidad de Su forma de hablar y de comportarse hizo que ella se dirigiera a Él como Señor, pero su respuesta mostró que ella era muy escéptica acerca de Su capacidad para realizar lo que Él había prometido. No tenía vasija con la cual sacar agua, y la cisterna o pozo era demasiado profundo para que Él sacara agua sin la ayuda de tal vasija; ¿Cómo podría Él, entonces, producir agua, y agua viva, es decir, agua de un manantial, además? De esta manera, la mujer entendió que Sus palabras se referían únicamente al agua física y terrenal.

Si Jesús pudo darle agua viva en este lugar, ese es su argumento, entonces Él debe ser más grande y más poderoso que Jacob, a quien también los samaritanos, teniendo sangre israelita en ellos, consideraban su antepasado. Jacob había hecho mucho por ellos al proveer este pozo, del cual él mismo había bebido, sus hijos y su ganado. Si Jesús pudo dar a los samaritanos agua mejor que la de este pozo, entonces debe ser un hombre más grande y poderoso.

El entendimiento de la mujer era totalmente carnal. Jesús, por tanto, trata de abrir su entendimiento mediante una explicación. Toda persona que bebiera del agua de ese pozo volvería a tener sed. La sed física de una persona puede ser saciada por un poco de tiempo con un trago de agua. Pero el agua a la que se refiere no es la que se bebe con la boca. Es de una naturaleza que apaga una sed peculiar para siempre.

En toda la eternidad, tal persona nunca volverá a ser molestada por la sed; porque el agua que Él se propone dar se convertirá en quien bebe de ella en una fuente de agua que burbujea hacia la vida eterna. Su regalo es agua viva con el poder de producir vida y de seguir burbujeando con vida y fuerza, y así producir diariamente nuevo poder, capacitando al poseedor para obtener la vida eterna. Toda la sed, todo deseo y anhelo de las personas, se satisface para siempre con esta agua; porque esa es Su salvación, que Él ha traído y proclamado.

Sólo eso puede satisfacer plenamente el corazón. La salvación que Cristo da obra una nueva vida espiritual, y esta vida se realiza plenamente y se completa en la eternidad. El propósito del Señor de despertar el interés, de estimular el deseo por esta agua maravillosa, tuvo éxito, aunque la mujer aún no entendía a qué se refería. Su única preocupación es que pueda ahorrarse la molestia de venir aquí todos los días para sacar agua y luego llevarla a casa la larga distancia. Las dos cualidades del agua del Señor la han atraído: el hecho de que apaga la sed para siempre; el hecho de que brota siempre de nuevo y no necesita dibujo.

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