Mientras pronunciaba estas palabras, muchos creyeron en él.

A pesar de toda la enemistad y la falta de comprensión, el Señor continúa proclamando Su mensaje acerca de Sí mismo y Su oficio en el mundo. Él apunta hacia la gran culminación de Sus labores en el mundo. Vendría el tiempo en que resucitarían al Hijo del Hombre, lo clavarían en la cruz. Por esta muerte entraría en la gloria de su Padre. Este hecho se convertiría en una marca distintiva.

El que cree en Cristo crucificado tiene la necesaria comprensión espiritual del Evangelio y de su significado. Los que rechazan al Cristo crucificado encontrarán que Él se convertirá en su Juez. A ellos se les manifestará en la majestad de su poder divino, y comprenderán cuando sea demasiado tarde que nada hizo en sus obras en la tierra por iniciativa propia, por presunción arrogante, sino que sólo había dicho lo que el Padre le había enseñado a decir.

Porque la unión entre las dos personas de la Deidad es tan íntima que todas sus grandes empresas para la salvación de la humanidad se realizan juntas. Porque aunque Él ha sido enviado por el Padre, el Padre está con Él; hay una distinción de personas, pero una esencia divina. es fiel al propósito del Padre, a la voluntad divina para la salvación del mundo; y por eso su conducta agrada al Padre en todo tiempo, hay perfecta simpatía y correspondencia entre ellos.

Finalmente, algunas de las verdades divinas penetraron en los corazones y las mentes de algunos de los oyentes, y muchos fueron ganados para Cristo. Su Palabra, cuando y donde sea predicada, siempre tendrá algún efecto y éxito, debido a su poder inherente.

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