Pero el que oye y no hace, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra sin cimientos; contra la cual la corriente golpeó con vehemencia, e inmediatamente cayó; y fue grande la ruina de aquella casa.

Una palabra de fervor escrutador para los que hacen del cristianismo una mera confesión, pero no una profesión, que practican, que hacen grandes protestas de lealtad a Cristo, pero no respaldan sus palabras con pruebas concretas. Contradecir con cada acto de la vida lo que uno afirma con vehemencia que es su convicción es la forma más miserable de contradicción. Y al final, el mero confesor encontrará su castillo de naipes e hipocresía derrumbándose sobre sus oídos.

Para inculcar este hecho en sus oyentes, Cristo les presenta a dos hombres en una parábola. El primero quería construir una casa; así que cavó y siguió profundizando sus trincheras hasta que estuvo seguro de que había tocado un lecho rocoso. Allí puso una base sólida, sobre la cual procedió a construir su casa. Luego vino la prueba. Llegó una inundación como las olas del mar, y las aguas embravecidas tiraron de los cimientos de aquella casa, pero no pudieron moverla: estaba bien construida, con firme solidez.

Esa es la fe de un hombre que confía en Jesús con todo su corazón como su Salvador. El segundo hombre también quería construir una casa. Pero él colocó las vigas y las vigas en el suelo sin ningún fundamento; construyó al azar en la superficie. Cuando la corriente torrencial de la inundación golpeó este edificio y tiró de sus paredes, se derrumbó y se hundió rápidamente, y la caída de esa casa fue grande. Esa es la fe y el destino de un hombre que confiesa a Cristo sólo con sus labios y se acerca a Él sólo con su boca.

En tiempos de estrés y peligro, cuando las tormentas de la vida golpean contra el corazón débil, solo hay una roca que resistirá cada vendaval, esa es Jesús el Cristo, el único Salvador de la humanidad. Aprender a poner su confianza en el Redentor y en el Evangelio glorioso de la redención por su sangre debe ser el esfuerzo constante de todo cristiano. Y el verdadero creyente no se contentará con un mero comienzo, sino que cavará y seguirá profundizando su conocimiento de la Palabra y voluntad de Dios, a fin de que esté preparado para los días malos, y para las horas del valle de la sombra de muerte.

Resumen. Jesús tiene dos disputas con escribas y fariseos sobre la observancia del sábado y las obras permitidas en él, selecciona a sus doce apóstoles, realiza muchos milagros y enseña a los apóstoles y a mucha gente en la ladera de la montaña.

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