Tardándose el novio, todas se adormecieron y se durmieron.

Esta parábola se relaciona muy de cerca con las advertencias anteriores del Señor, instando a la vigilancia y la fidelidad, la fe y el amor. Cuanto más se acercaba el momento de su partida, más fervientemente se esforzaba por inculcar en sus discípulos la necesidad de las virtudes cristianas que son necesarias para un cristianismo vivo y activo. “Por tanto, esta parábola, para resumir, no indica otra cosa que que debemos velar y no estar demasiado seguros, ya que no sabemos cuándo viene el día del Señor.

Porque todo esto se habla en contra de nuestro descuido, siendo la acusación de que estamos demasiado seguros y siempre pensamos; No hay peligro, el último día no llegará hasta dentro de mucho tiempo. Contra esto claman Cristo y los apóstoles, instándonos a que prestemos atención a ese día, velemos y tengamos un temor permanente, no sea que nos encuentre desprevenidos. Por tanto, los que velan recibirán al Señor con su gracia, los que están seguros encontrarán en Él un Juez inmisericorde.

"Diez vírgenes se mencionan en la parábola, no con un significado especial, sino como un número redondo. El número de vírgenes de la cámara nupcial variaba en las bodas orientales, siendo determinado en gran parte por la riqueza de los padres. El banquete de bodas evidentemente se llevaría a cabo en la casa de la novia, tarde en la noche, según la costumbre judía, y se esperaba al novio en cualquier momento con sus amigos.

Así que las diez vírgenes partieron en atuendo festivo para encontrarse con el novio y acompañarlo a su destino. Todos tomaron sus lámparas, pequeñas vasijas en forma de platillo con tapa; en medio del cual había un pequeño orificio para verter el aceite y proporcionar aire; de un lado sobresalía un pico y por éste salía la mecha. Tal lámpara no contendría suficiente aceite para arder toda la noche, por lo que llevarla a un banquete de bodas prolongado sin un suministro extra de aceite era un fuerte ejemplo de falta de previsión.

Las vírgenes prudentes, que eran prudentes y usaban la previsión, llevaron consigo una provisión adicional de aceite en vasijas preparadas para ese fin; los insensatos e imprudentes, que se negaron a prestar atención a la necesidad, tomaron sólo sus lámparas. “Cuando se predica el Reino, estos son los resultados: Algunos lo reciben de todo corazón y lo toman en serio, creen la Palabra, hacen los más denodados esfuerzos para practicar las buenas obras, dejen que sus lámparas brillen ante el mundo, porque son bien provistos de lámparas y de aceite, es decir, de fe y de amor: éstos son representados por las vírgenes prudentes.

Luego están algunos que también aceptan el Evangelio, pero tienen sueño, no lo toman en serio, piensan que pueden salir adelante con sus obras, están seguros, y creen que se puede pagar con obras; esos están indicados en las vírgenes insensatas. En las Escrituras se llama insensatos a los que no obedecen la Palabra de Dios, sino que siguen su propia mente, no se dejan enseñar, no aceptan ninguna opinión sino la propia. Pero les sucederá al fin como sucedió aquí con las vírgenes insensatas.

Estas dos clases de personas están en este Reino, es decir, donde se predica el Evangelio y la Palabra de Dios y debe haber ejercicio de la fe: unos siguen, otros no siguen. Recordad, pues, en este Evangelio que las lámparas sin aceite significan una mera cosa exterior y un ejercicio corporal sin fe en el corazón; pero las lámparas con aceite son las riquezas internas, también las obras externas con fe verdadera.

"El novio se demoró, y así las vírgenes, sentándose en lugares convenientes, comenzaron a cabecear, y finalmente todas se durmieron, las prudentes con las insensatas. Hay peligro en todo momento de que una falsa sensación de seguridad adormece los sentidos espirituales para dormir.

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