Dios no ha desechado a Su pueblo, al cual antes conoció.

El apóstol aquí, en sus propias palabras, establece una conclusión falsa que algunos de sus lectores podrían sacar de su presentación anterior. ¿Se debe inferir que Dios ha rechazado a Su propio pueblo, aquellos que en verdad son Suyos? Note el énfasis en el pronombre "Suyo". Hay una gran diferencia entre el pueblo de los judíos y Su pueblo Israel. Considerando ese hecho: ¿Es la doctrina de Pablo inconsistente con la Palabra de Dios? Pablo responde con gran énfasis: ¡De ninguna manera! Dios se estaría contradiciendo a sí mismo si rechazara a su propio pueblo.

Y para fundamentar sus palabras, Pablo se refiere a su propio caso. Él mismo era un israelita según la carne, la sangre de los patriarcas de antaño corría por sus venas. Era descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín, el hijo menor de Jacob, o Israel. El hecho de que Pablo reclamara para sí mismo una parte en el reino del Mesías mostró que él no enseñaba el rechazo del verdadero Israel.

El apóstol repite su afirmación en el v. 2: Dios no rechazó a su pueblo, al cual antes conoció. El verdadero Israel, el Israel espiritual, los verdaderos hijos de Dios, estaban ante los ojos de Dios desde la eternidad como Su propio pueblo, como aquellos a quienes Él había escogido para los Suyos, a quienes Él, de acuerdo con Su eterno consejo, escogió para los Suyos. . Ese hecho hace imposible el posterior rechazo del pueblo.

¿No sabéis lo que dice la Escritura acerca de Elías, que intercede ante Dios contra Israel, diciendo:

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