• 1 Samuel 20:30

    Entonces Saúl se enfureció contra Jonatán y le dijo: — ¡Hijo de la corrompida y rebelde! ¿Acaso no sé que tú has elegido al hijo de Isaí, para vergüenza tuya y para vergüenza de la desnudez de tu madre?

  • 1 Samuel 20:31

    Todo el tiempo que el hijo de Isaí viva sobre la tierra ni tú estarás firme ni tu reino. Manda, pues, a traérmelo, porque ha de morir.

  • 1 Samuel 20:32

    Jonatán respondió a su padre Saúl y le dijo: — ¿Por qué tiene que morir? ¿Qué ha hecho?

  • 1 Samuel 20:33

    Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo, por lo que Jonatán entendió que estaba decidido de parte de su padre el dar muerte a David.

  • 1 Samuel 20:34

    Jonatán se levantó de la mesa ardiendo en ira, y no comió el segundo día después de la luna nueva, pues estaba triste por causa de David; porque su padre lo había afrentado.

  • 1 Samuel 20:35

    Sucedió que a la mañana siguiente Jonatán salió al campo, según lo convenido con David; y un muchacho pequeño estaba con él.

  • 1 Samuel 20:36

    Entonces dijo al muchacho: — ¡Por favor, corre y busca las flechas que yo tire! Cuando el muchacho iba corriendo, él tiraba la flecha de modo que pasara más allá de él.

  • 1 Samuel 20:37

    Cuando el muchacho llegó a donde estaba la flecha que Jonatán había tirado, este gritó al muchacho diciendo: — ¿No está la flecha más allá de ti?

  • 1 Samuel 20:38

    Y Jonatán volvió a gritar tras el muchacho: — ¡Date prisa, apresúrate, no te detengas! El muchacho de Jonatán recogió las flechas y volvió a su señor.

  • 1 Samuel 20:39

    Pero el muchacho no entendió nada; solamente Jonatán y David entendían el asunto.

  • 1 Samuel 20:40

    Después Jonatán entregó sus armas al muchacho y le dijo: — Ve y llévalas a la ciudad.

  • 1 Samuel 20:41

    Cuando el muchacho se fue, David se levantó del lado del sur y se inclinó tres veces postrándose en tierra. Luego, besándose el uno al otro, lloraron juntos; aunque David lloró más.

  • 1 Samuel 20:42

    Entonces Jonatán dijo a David: — Vete en paz, porque ambos hemos jurado en el nombre del SEÑOR, diciendo: “El SEÑOR sea testigo entre tú y yo, y entre mis descendientes y tus descendientes, para siempre”.

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