• 2 Samuel 15:16

    El rey salió, y lo siguió toda su familia; pero dejó a diez concubinas para que guardaran el palacio.

  • 2 Samuel 15:17

    Salió, pues, el rey con toda la gente en pos de él, y se detuvieron en la casa más distante.

  • 2 Samuel 15:18

    Todos sus servidores pasaban a su lado, con todos los quereteos y todos los peleteos. Y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido tras él desde Gat, pasaron delante del rey.

  • 2 Samuel 15:19

    Entonces el rey dijo a Itai el geteo: — ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuelve y quédate con el rey, puesto que tú eres un extranjero y también un desterrado de tu lugar de origen.

  • 2 Samuel 15:20

    Viniste solo ayer. ¿Y he de hacer hoy que andes errante por ir con nosotros, mientras yo voy sin rumbo fijo? Vuélvete y haz volver a tus hermanos, y que la misericordia y la verdad sean contigo.

  • 2 Samuel 15:21

    Pero Itai respondió al rey diciendo: — ¡Vive el SEÑOR y vive mi señor el rey, que sea para muerte o sea para vida, dondequiera esté mi señor el rey, allí estará también tu siervo!

  • 2 Samuel 15:22

    Entonces David dijo a Itai: — Ven, pues, y pasa adelante. Así pasó Itai el geteo, con todos sus hombres y todos sus pequeños que estaban con él.

  • 2 Samuel 15:23

    Todo el mundo lloraba en alta voz, mientras toda la gente cruzaba. También cruzaron el arroyo de Quedrón el rey y toda la gente, rumbo al camino del desierto.

  • 2 Samuel 15:24

    Y he aquí que también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios. Ellos asentaron el arca de Dios, hasta que todo el pueblo terminó de salir de la ciudad. Entonces subió Abiatar.

  • 2 Samuel 15:25

    El rey dijo a Sadoc: — Haz volver el arca de Dios a la ciudad; pues si hallo gracia ante los ojos del SEÑOR, él me hará volver y me permitirá ver el arca y su morada.

  • 2 Samuel 15:26

    Pero si dice: “No me agradas”, heme aquí; que él haga de mí lo que le parezca bien.

  • 2 Samuel 15:27

    — Además, el rey dijo al sacerdote Sadoc — : ¿No eres tú un vidente? Regresa en paz a la ciudad, y regresen con ustedes sus dos hijos: tu hijo Ajimaas y Jonatán hijo de Abiatar.

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