Y se levantaron de Madián, y vinieron a Parán; y tomaron consigo hombres de Parán, y vinieron a Egipto, a Faraón rey de Egipto, el cual le dio casa, y le señaló víveres, y le dio tierra.

Salieron de Madián. [Thenius, en su "Comentario", sugiere que en lugar de  Midyaan (H4080) debería sustituirse por Maa`own, en el Negeb de Palestina, que él supone que podría ser la residencia temporal de la familia real edomita; y la Septuaginta tiene: ek tees poleoos Madiam]. Pero no hay razón para sospechar de la autenticidad del texto hebreo, que da un relato inteligible de la huida del joven príncipe, primero entre algunas de las tribus nómadas de ese Madián que estaba al este de Edom (Números 22:4; Números 22:7; Números 25:15), cuya capital, Madián, estaba situada en el Arnón, o más probablemente en el Madián sinaítico (véanse las notas de Éxodo 2:15), de donde, al encontrar una oportunidad segura, fue conducido, bajo el cuidado de una escolta amistosa, hacia el oeste, a la ciudad de Farán, en el desierto de ese nombre (et-Tih), y buscó un asilo permanente en Egipto.

El monarca reinante pertenecía a la dinastía de los pontífices militares, y era predecesor del suegro de Salomón (Uhelmann 'AEgypt. Alt.', b. 3:, cap. 2:, sec. 9; Lepsius, 'Kritik der Quellen', p. 499; Browne's 'Ordo Saeclorum', sec. 513; Nolan's 'Egyptian Chronology Analyzed'). En años posteriores, el pensamiento de su tierra natal y de su reino perdido se apoderó de su mente, Hadad, al enterarse de la muerte de David y Joab, renunció a la facilidad, las posesiones y la gloria de su residencia egipcia, para regresar a Edom, e intentar la recuperación de su trono ancestral.

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