Y Salomón despertó, y he aquí que era un sueño. Y vino a Jerusalén, y se puso delante del arca del pacto de Jehová, y ofreció holocaustos, y ofreció ofrendas de paz, e hizo fiesta a todos sus siervos.

He aquí que fue un sueño. La vívida impresión, el recuerdo indeleble que tuvo de este sueño, junto con la nueva y mayor energía comunicada a su mente, y el flujo de prosperidad mundana que se precipitó sobre él, le dieron la seguridad de que vino por inspiración divina, y se originó en la gracia de Dios. Sin embargo, la sabiduría que pidió y obtuvo no era tanto del corazón como de la cabeza; era una sabiduría, no para él personalmente, sino para su cargo, que le capacitaría para la administración de la justicia, el gobierno de un reino y para la obtención de conocimientos científicos generales.

Llegó a Jerusalén y se paró delante del arca del pacto. Siendo este el primer acto de adoración pública desde su ascensión al trono, y estando él bajo fuertes impresiones religiosas, se consideró conveniente que celebrara los ritos sagrados no sólo en el antiguo tabernáculo de Gabaón, sino también en el santuario provisional de Jerusalén.

E hizo un banquete para todos sus siervos, х mishteh ( H4960 ), una bebida; Septuaginta, poton, usado en un sentido vago para una fiesta ( Ester 1:3 ; Ester 2:18 ; Ester 8:17 )].

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